Si hace algunas décadas irrumpió la novela negra como alternativa discursiva al realismo social para mostrar las aporías de la sociedad en la era del capitalismo
tardío, con la irrupción dentro del campo cultural de obras como las de Stieg Larsson en el ámbito nórdico, Ricardo Piglia o Vázquez Montalbán en el hispánico, por solo mencionar algunos autores señeros, en las últimas décadas del siglo XXI se puede constatar la existencia de un nuevo auge de la literatura fantástica con fines similares, a saber desactivar y desautomatizar los procedimientos del capitalismo neoliberal en su afán de controlar y dominar el mundo.